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sábado, 13 de febrero de 2016

LOS FUGADOS DEL FUERTE DE SAN CRISTÓBAL.



SAN CRISTÓBAL



Cae la tarde.
Mayo avanza renqueando
bajo un sol de fusiles agazapados
y esperanzas malheridas.
Dentro es noche a todas horas,
fuera también es noche,
hace ya muchos días, muchos meses
que no amanece.
Entonces se escucha un grito
y la noche tiembla.
La luz se cuela por un resquicio
entre tanto odio
y el fuerte escupe, monte abajo,
harapos anhelantes,
cuerpos desvencijados por el hambre
y la rabia contenida.
Después la luz se agrieta de nuevo,
cede el campo a la boca negra de los fusiles
y ya la primavera se desangra por las faldas de Ezkaba.
La noche tiende otra vez sus brazos eternos
bajo el silencio impuesto por los vencedores.
San Cristóbal: ¡cómo nos duele tu nombre
en la garganta!
Hoy, al fin, te vemos derrotado,
sellada tu boca para siempre.
Únicamente, desde el vientre de tus patios,
nos llega un murmullo contenido
y la voz de Jacinto, Fernando,
Ángel, Leopoldo… aventando desde el pecho
la memoria rescatada.
                                              
                                                KOLDO PLA



 

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