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lunes, 3 de junio de 2019

LOITI, CEMENTERIO CLANDESTINO


A veces hasta el sol se suma al rescate de los silencios, al rescate de la memoria de las víctimas de tanta infamia organizada por los golpistas del 36.

Esta vez en Loiti. Un lugar donde confluyen víctimas de ayuntamientos tan dispersos como Sangüesa, Burlada, Cáseda, Andosilla, Cárcar, Urraúl Bajo, Aibar, Isaba, Sos del Rey Católico o Lumbier. Y representación institucional casi unánime de dichos ayuntamientos (para la historia de este día quedará también el “feo” que hizo al acto la ausencia institucional de Lumbier. No así la de la vecindad, encabezados por su txaranga). También la presencia institucional del Gobierno de Navarra y las diversas Asociaciones de la Memoria que han colaborado con este acto. 

Un dolmen con las tres patas de la verdad, justicia y reparación y seis monolitos a modo de cromlech a su alrededor, representando las diversas fosas del entorno y la salida a la luz, al aire libre de la montaña, de tanto silencio acumulado que ayer rompió en las voces de Emilia, Ana, Javier, Pilar, Mª Jesús, Alicia, Nerea, Celia…, en las notas de la Irunberriko Txaranga, en la danza de Rocamador Dantza Taldea.

Protagonismo colectivo de la memoria  el de este 1 de junio y el trabajo previo del investigador David Maruri y el conjunto escultórico de Mikel Iriarte que cobijó el acto y le dará permanencia.
Al fin un escenario, un espacio de reunión, un lugar de convocatoria donde cobijar todo el dolor de aquellos años fatídicos. Un lugar donde sentarnos en silencio y escuchar la canción de Fermín Balentzia que durante tantos años ha mantenido este recuerdo:
“…al llegar al alto de Loiti /lamentos de muerte oyeron…”


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