A
veces hasta el sol se suma al rescate de los silencios, al rescate de la
memoria de las víctimas de tanta infamia organizada por los golpistas del 36.
Esta
vez en Loiti. Un lugar donde confluyen víctimas de ayuntamientos tan dispersos
como Sangüesa, Burlada, Cáseda, Andosilla, Cárcar, Urraúl Bajo, Aibar, Isaba,
Sos del Rey Católico o Lumbier. Y representación institucional casi unánime de
dichos ayuntamientos (para la historia de este día quedará también el “feo” que
hizo al acto la ausencia institucional de Lumbier. No así la de la vecindad,
encabezados por su txaranga). También la presencia institucional del Gobierno
de Navarra y las diversas Asociaciones de la Memoria que han colaborado con
este acto.
Un
dolmen con las tres patas de la verdad, justicia y reparación y seis monolitos
a modo de cromlech a su alrededor, representando las diversas fosas del entorno
y la salida a la luz, al aire libre de la montaña, de tanto silencio acumulado
que ayer rompió en las voces de Emilia, Ana, Javier, Pilar, Mª Jesús, Alicia,
Nerea, Celia…, en las notas de la Irunberriko Txaranga, en la danza de
Rocamador Dantza Taldea.
Protagonismo
colectivo de la memoria el de este 1 de
junio y el trabajo previo del investigador David Maruri y el conjunto
escultórico de Mikel Iriarte que cobijó el acto y le dará permanencia.
Al
fin un escenario, un espacio de reunión, un lugar de convocatoria donde cobijar
todo el dolor de aquellos años fatídicos. Un lugar donde sentarnos en silencio
y escuchar la canción de Fermín Balentzia que durante tantos años ha mantenido
este recuerdo:
“…al
llegar al alto de Loiti /lamentos de muerte oyeron…”
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