Estas breves palabras
van dedicadas a la memoria de mi tío-abuelo Ángel Sanz García (1910-1940) que
murió de Tuberculosis (enfermedad
pulmonar causada por una bacteria) contraída durante los más de dos años que
pasó preso en condiciones infrahumanas en el Fuerte de San Cristóbal de
Pamplona.
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Ángel Sanz García |
Salud, confinamiento, lucha, guerra, muerte, unidad, héroes…,
estas palabras han sido muy repetidas estos días. No se puede comparar la
situación en una Guerra Civil de hace más de ochenta años, con una pandemia
sanitaria. Pero en algún momento del confinamiento me he vuelto a acordar del
sufrimiento que pasaron en esta prisión.
Espero que esta pandemia no provoque más olvido hacia las
víctimas del franquismo y que se puedan volver a recuperar todos los trabajos
que se estaban llevando a cabo por administraciones públicas, asociaciones
privadas y familiares.
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Su sobrino Ángel Sanz Encinas |
No se trata de reabrir heridas, sino de encontrar y dar un
entierro digno a nuestros seres queridos, enterrados sin poder despedirse de
sus familiares. Esta situación se ha repetido estos meses por motivos
sanitarios con los muertos por el virus Covid-19.
Todavía no hemos podido enterrar a mi tío-abuelo en su
pueblo, Nava de la Asunción (Segovia), del que se lo llevaron después de decir a su madre
“esté tranquila, no he hecho nada,
volveré pronto”. Seguimos y
seguiremos intentando recuperar sus restos y honrar su memoria.
La historia de España debería dejar de ser la más triste de
todas las historias, como dice el poeta Jaime Gil de Biedma y que sea distinta
en donde ya no cuenten los demonios.
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