Enrique Toledano, José Mª
Garrido,
José Benedé y Jorge López de
Vicuña
se hermanaron aquí un 17 de
Noviembre de 1936.
A las 8 de la mañana el brazo
de la injusticia más absurda
ejecutó a estos cuatro
jóvenes, menores de 25 años,
con el falso pretexto de que
habían intentado fugarse.
Después, gota agota, en
nombre de su patria y de su religión,
irían matando por fusil, por
hambre o por malos tratos
a los trece restantes.
Luego vino el silencio,
el miedo,
la vergüenza,
y vistieron de gris nuestros
pueblos y nuestra memoria colectiva.
Hemos debido hacernos casiviejos para ser conscientes
de haber pasado media vida de
espaldas,
tantos años de espaldas
a un lamento despeinado entre
las copas de los pinos,
a una sangre de arroyos
subterráneos bajo la veta de las canteras,
a un silencio tan largo que
esculpió muecas en las bocas de los viejos,
de espaldas a la tierra que
se abría cada noche, pueblo a pueblo,
recibiendo cuerpos
desvencijados,
de espaldas al volcán que
escupió sueños rojos una noche de mayo
y cubrió luego de cenizas las
conciencias y los campos…
De espaldas, al pie de
Ezkaba, siempre de espaldas
a un inmenso secreto de voces
desgarradas
que ahora nos inunda y nos
oprime.
¡Ya vale! Vamos a darle cara,
vamos a mirar de frente los
ojos que gritan bajo las piedras,
vamos a hablar al pasado de
tú a tú, de recuerdo a recuerdo,
de memoria a memoria,
de nombre a nombre…
Ezkaba, vamos a rescatar de
tu vientre sus huesos doloridos,
sus miradas rotas.
Vamos a poner alas a su sueño
inconcluso,
Artica, 09/05/2009
Koldo Pla, en nombre de
Txinparta.
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