ASOCIACIÓN TXINPARTA-FUERTE SAN CRISTÓBAL RED DE MEMORIA COLECTIVA

Somos un colectivo de personas implicadas en recuperar la memoria de las personas represaliadas en el Fuerte San Cristóbal: recuperar sus nombres, su historia colectiva y sus avatares individuales, sus muertes, sus enterramientos, su dispersión… y compartirlo con sus familias y con toda la sociedad. Este es el objetivo de la Asociación y este es el objetivo de este blog en el que esperamos tus visitas y tus aportaciones. Un saludo.

TXINPARTA-FUERTE SAN CRISTÓBAL ELKARTEA, MEMORIA KOLEKTIBOAREN SAREA

Gure taldearen helburua San Cristóbal Gotorlekuan errepresaliatuak izan zirenen memoria berreskuratzea da: beraien izenak, beraien historia kolektiboa zein bakoitzaren gorabeherak, beraien heriotzak eta lurperatzeak, dispertsioa… berreskuratu eta senitartekoekin zein gizartearekin partekatzea. Hauxe da elkarte honen helmuga eta baita blog honetakoa. Bertan eginiko bisitak eta ekarpenak eskertzen dizkizuegu.

domingo, 20 de noviembre de 2022

INAUGURACIÓN DELMEMORIAL DE LOS CENTROS DE DETENCIÓN DEL FRANQUISMO EN NAVARRA

Este 19 de noviembre ha sido un sábado lluvioso y frío. Convocados por el Gobierno de Navarra y cobijados por las carpas, autoridades, grupos de memoria, familiares... nos hemos reunido para inaugurar este sencillo y bello Memorial de los Centros de Detención. Grupo escultórico que mira a la tierra dignificando tanta fosa dispersa por nuestra geografía. Espacio de reflexión y de agrupamiento donde todas las víctimas se dan la mano. Encuentro de vivos y de muertos enlazados por la memoria.

Entre las tierras de diversas fosas, reunidas en este lugar, Txinparta aportó la que cubre los restos de Miguel de los Ríos Muñoz, la tierra del Cementerio de las Botellas, la tierra del Fuerte San Cristóbal. Allí estuvo también Florentino Rubio Martínez, cuya nieta, Blanca Oria, nos aportó la preciosa reflexión que aquí abajo compartimos.

En el álbum de fotos podéis ver distintos aspectos de la inauguración de este Hipogeo realizado por el escultor  Alberto Odériz, también presente en el acto.

FOTOS DEL ACTO

Blanca Oria Rubio
TEXTO LEÍDO EN EL ACTO

El 7 de diciembre de 1941 los nazis impusieron un decreto cuyo nombre estaba inspirado en un canto de la ópera de Wagner “El oro del Rin”. Se llamaba Noche y Niebla (NN) y consistía básicamente en hacer desaparecer a las personas y borrar completamente su huella. “Una intimidación efectiva y duradera solo se desaparecer a las personas y borrar completamente su huella. “Una intimidación efectiva y duradera solo se logra”, decía el decreto, “por penas de muerte o por medidas que mantengan a los familiares y a la población en la incertidumbre sobre la suerte del reo”. La desaparición de alguien sin dejar rastro debía llevarse a cabo cuando existiera la certeza de que se iba a aplicar la pena de muerte. Hasta ahí llegaba la crueldad en grado máximo, la niebla se espesaba alrededor de las víctimas, pero al llegar la claridad, se fingía que no había pasado nada. En eso consistía la noche y la niebla, en “No transmitir ninguna información sobre el destino o lugar de la muerte” de una persona cuyo terrible futuro inmediato ya estaba escrito de antemano.

Desconozco qué decreto, si es que lo hubo, impulsó en este lugar que ahora pisamos y en algunos de los edificios que nos rodean aquella tortura extrema, pero varios años antes de que los nazis crearan una norma maligna inspirada en un canto operístico, aquí ya se había practicado la retención forzosa de miles de personas en varios espacios que podemos alcanzar con nuestra mirada.

Soy nieta de Florentino Rubio Martínez, un labrador asesinado en 1937 en una cuneta en el pueblo de Beriain cuando tenía 42 años. Un hombre que estuvo retenido sin causa varios meses en la cárcel de Estella y luego, tras ser firmada su puesta en libertad, fue secuestrado y traído al fuerte de San Cristóbal (ese que se ve desde aquí) para sufrir las consecuencias de esos centros de detención, retención y exterminio físico y moral a los que varios miles de personas en Navarra fueron condenados sin juicios.

Eran hombres y mujeres a los que quisieron borrar: “Borrar hombres de la lista de los vivos y borrarlos también de la lista de los muertos”, como dejó escrito Gerard Wacjman. Pero, y en esto se equivocaba la filosofía del malvado decreto, detrás de ellos y de ellas había más tenacidad y seguramente mucho más amor del que calcularon.

Por eso estamos aquí más de ochenta años después y tres generaciones de hijos, nietos y bisnietos más tarde. Porque eran los nuestros, así llamaba mi abuela a mi abuelo desaparecido, “el nuestro”.

Los restos de mi abuelo, como los de miles de personas, algunos de ellos familiares de quienes estáis hoy aquí, estuvieron en paradero desconocido durante décadas, muchos siguen sin aparecer. Mi madre los encontró a principios de los años sesenta, en una exhumación temprana aunque ella ni siquiera supo que era así como se le llamaría en el futuro.

Los recogió con sus propias manos para llevarlos a su pueblo, una pequeña localidad de Navarra llamada Torres del Río.

Hace unos pocos años su tumba volvió a desaparecer del cementerio de su pueblo, pero tras un largo proceso hace apenas unas semanas hemos vuelto a colocar una nueva lápida después de decenas de dificultades y de un millón de incomprensiones. Pero hoy allí está. Y está porque es importante que existan hitos, como éste que se inaugura ahora, en los que nos podamos detener y aprender y no olvidar qué pasó en otro tiempo en los paisajes en los que ahora habitamos.

Mi abuela y sus hijos nunca tuvieron armas para defenderse de cuánto les rodeaba. Seguramente no es casualidad que se proveyeran de lo único que podían hacerlo, de paciencia. La verdad es que antes la gente utilizaba mucho la frase armarse de paciencia.

Mi madre solía decir que había que saber esperar, esperar y esperar hasta que la pelota volvía por fin a tu mano. A veces sucedía. Las familias de asesinados han tenido pocas veces la pelota en su mano, pero aún así han seguido en su empeño día tras día sin abandonar su esperanza.

Porque no hay noche ni niebla que dure para siempre. Lo digo por si alguien, alguna vez, en alguna parte de este planeta creyó que pudiera ser así.

Marguerite Duras creó una imagen mucho más poética sobre todo esto cuando dijo que no se podían construir diques contra el Pacífico, al océano no se le puede poner un bloque de hormigón delante y pretender que se quede impasible.

Creo que por eso hemos llegado hasta aquí y por eso seguimos, provistos aún de la fuerza, el amor y el dolor que nos dejaron en herencia.

2 comentarios:

  1. Hola el escrito de Blanca me parece de una claridad, rotundidad y valentía , que se me acaban los adjetivos, es preciso , realista y describe lo pasado de una manera fantástica. Comparto al 100% sus opiniones

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  2. Me parece una buena reflexión y los q somos familiares de desaparecidos lo en tendemos muy bien , Gracias y nunca se puede olvidar

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