Hace
diez años el pueblo de Larragueta, a propuesta de Txinparta, aprobó una moción
de reconocimiento a los presos enterrados en su cementerio y la colocación de
una placa con sus nombres.
El
25 de octubre de 2009 se realizó el sencillo homenaje que congregó a vecinas y
vecinos de la localidad y de otros pueblos de la Cendea, miembros de Txinparta
y otras personas interesadas en la recuperación de esta memoria. Con la
intervención de la presidenta del concejo, Amelia Peñalver, del grupo Marea
aportando su música y la presencia de familiares del preso Pedro Barbarias
Hormaza, allí enterrado, se descubrió la placa colocada en el exterior del
cementerio.
Habíamos
recibido las amenazas de Falange y Tradición y allí manifestamos nuestro
compromiso de continuar con la labor que estábamos realizando como se puede
comprobar diez años después.
En
nombre de Txinparta leímos el siguiente texto:
LARRAGUETA
Cerraron sus ojos,
apagaron sus sueños,
truncaron sus anhelos más profundos
sin darles tiempo a respirar un futuro
en ciernes;
Pedro Barbarias, pescador de Bermeo,
por ejemplo, tenía 19 años
y un horizonte infinito de mares al frente.
Todos ellos creyeron en una vida más
justa,
en el reparto hermanado de los bienes
de esta tierra tantas veces amarga,
creyeron en el abrazo solidario que
forjara una sociedad más libre,
creyeron en la vida.
Y los arrancaron de sus raíces,
los trajeron al exilio helado de San
Cristóbal,
les ofrecieron una tierra extraña para
cobijar su cuerpo dolorido,
los aislaron, los escondieron, los
olvidaron…
y quisieron que todos los olvidáramos
también.
Por eso han pretendido forzar de nuevo
el miedo,
anular el reconocimiento, el gesto
solidario,
negarles de nuevo la voz arrebatada;
han querido impedirnos, como diría
Miguel Hernández,
el desamordazarlos y el regresarlos.
Pero aquí estamos, sorteando amenazas
y sombras,
desafiando su intransigencia con la
palabra desnuda, con el canto solidario,
con las manos abiertas.
Sabemos que llegamos tarde, que ni
siquiera los hijos y las hijas podrán ya
cerrar el duelo y les toca hacerlo a
los nietos, a las sobrinas.
Es tarde, pero aún es tiempo; es
tarde, pero era necesario, imprescindible.
Es tarde, pero aquí estáis, estamos,
familiares, vecinas y vecinos,
alcaldesa y cargos públicos
amenazados, respondiendo a la necesidad democrática de reconocerlos, de hablar por ellos, de llorar con ellos, de callar para ellos.
Y así lo haremos también en los nueve
cementerios restantes. Todos, todas
quedáis invitadas a recorrer este camino. Va por ellos.
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